El gobierno de Donald Trump anunció un aumento del arancel sobre productos brasileños del 10 % al 50 %, que entrará en vigor el 1º de agosto. La medida se justificó como una respuesta política al juicio contra el expresidente Jair Bolsonaro, considerado un aliado cercano de Trump.
Brasil estima que el 35,9 % de sus exportaciones a EE.UU. se verán afectadas por esta tarifa más alta. Aunque se excluyeron sectores como aeronaves, jugos, energía y ciertos insumos, rubros clave como el acero, el café y productos agroindustriales no quedaron exentos del arancel más duro.
Desde la perspectiva de Argentina, la medida no implica aranceles directos sobre nuestras exportaciones. Sin embargo, genera consecuencias indirectas significativas:
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Aumento de costos regionales: muchas empresas argentinas proveen insumos o bienes intermedios a Brasil. Los mayores aranceles encarecerán la competitividad de esas exportaciones y pueden alterar las cadenas de valor compartidas.
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Presión sobre el comercio intrarregional: dentro del Mercosur, la carga arancelaria puede elevar los precios relativos y complicar la integración productiva regional.
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Aumento del riesgo global: la movida de EE.UU. refleja un endurecimiento de su política comercial que suma incertidumbre al comercio sudamericano. Argentina ya registró fuerte volatilidad en sus activos financieros tras medidas similares.
El contexto pone a la Argentina en una situación delicada. El país enfrenta déficit comercial con Brasil —principal socio regional— y depende de la competitividad en exportaciones de automóviles, piezas y agro, sectores que podrían recibir el golpe indirecto de la medida norteamericana.
En Brasil, la reacción diplomática ya se puso en marcha. El vicepresidente Geraldo Alckmin anunció la búsqueda de renegociaciones para evitar que los productores de café y acero sean los más afectados. Argentina, sin un rol central en la disputa, observará de cerca cómo evoluciona el impacto sobre las operaciones regionales y la competitividad dentro del bloque Mercosur.
En términos generales, la escalada aumentó la tensión comercial continental y reavivó alertas sobre formas de comercio recíproco, competencia y ajuste a la normativa impulsada desde EE.UU. por la administración Trump.